Unas peculiares y en ocasiones tristes fiestas de Navidad se celebraron este jueves, con millones de personas obligadas a cancelar sus planes o a limitar los festejos por las restricciones impuestas en numerosos países para luchar contra la propagación de la pandemia.
El coronavirus mató a más de 1,7 millones de personas en todo el mundo y los focos de contagios que siguen surgiendo recuerdan que, pese a la llegada de las primeras vacunas, la vida no volverá tan rápido a la normalidad.
El papa Francisco celebró su tradicional misa de Nochebuena con apenas 200 invitados, rigurosamente separados y con mascarilla, en la inmensa basílica de San Pedro. El horario se adelantó dos horas para cumplir el toque de queda vigente en Italia.
El tiempo que tenemos no es para autocompadecernos, sino para consolar las lágrimas de los que sufren". declaró el papa argentino, según la homilía, dirigida a más de 1.300 millones de fieles en todo el mundo.
"Hablamos mucho, pero a menudo somos analfabetos de bondad", añadió el papa. "Insaciables de poseer, nos lanzamos a tantos pesebres de vanidad, olvidando el pesebre de Belén".
Afuera, la monumental Plaza de San Pedro, iluminada con su gran árbol de Navidad, estaba totalmente desierta.
Tambores y gaitas en Belén
En la Basílica de la Natividad de Belén, núcleo del mundo cristiano en Nochebuena, un puñado de fieles y clérigos celebraron juntos la misa del Gallo a medianoche, buscando juntos un poco de "luz" tras un año de "tinieblas".
En la capilla aledaña a la basílica, en general atestada de gente en Nochebuena, las autoridades religiosas solo permitieron el acceso de unos cuantos invitados.
"No pueden darse la mano pero pueden desearse paz", lanzó el patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, en el momento en el que, habitualmente, los fieles se estrechan la mano en la iglesia.
Antes, durante el día, una pequeña multitud asistió a la tradicional procesión de Navidad en las calles, que atrae normalmente a miles de peregrinos, bajo un cielo gris y lluvioso, al ritmo de tambores y gaitas.
"Este año es diferente porque no venimos para rezar en la iglesia de la Natividad, no podemos reunirnos en familia, todo el mundo tiene miedo", confiesa Jani Shaheen, que asiste a un desfile con su marido y sus dos hijos, en la plaza de la Mangeoire, delante de la basílica construida donde habría nacido Jesucristo.
- "Triste año"
- Australia, que este año fue citada varias veces como ejemplo de buena gestión sanitaria, se enfrenta actualmente a un repunte de casos en el norte de Sídney, cuyos habitantes solo podrán invitar a sus a casas a diez adultos, o cinco si viven en "el epicentro" del foco de contagios.
- En el noreste de Siria, controlado por los kurdos, los habitantes ignoraron la pandemia y asistieron a una ceremonia de iluminación de un abeto en barrio cristiano, bajo la atenta mirada de las fuerzas de seguridad.
- La mayor parte de Europa también se enfrenta a uno de los inviernos más tristes, con un resurgimiento epidémico en varios países.